
La última fundación
ay en el propio lugar del Caballero para pasar los próximos años: tendrá entre 80 y 85 años, es decir, no está ya en la plenitud de la edad; sin familia; sus amigos han muerto o van a morir en estos años: Gian Battista, la princesa Juana, la emperatriz, Flipe II, Buoncompagni...; ha fracasado en su intento de crear algo en lo que pudiera creer; la corte, además, se traslada a Valladolid en estos años (1601 -1606); solo le queda el Señor. Fuera ninguna otra cosa le colma: En su iglesia, desolada y pronto arreglada con mimo, está sin embargo Jesús Sacramentado del que él es y, se siente cada vez más esclavo. El es el mismo Jesús de siempre, el de sus confidencias, el que perdona, el que es capaz de morir por nosotros. Con Jesús y con la mitad de Madrid rodeándole continuará sus tertulias, sus festejos, sus músicas y fuegos artificiales, sus autos sacramentales, porque todo esto puede ser culto y adoración a Dios. En este sentido da mucha luz la carta a Sevilla Francisco Luque Fajardo, que pasa un tiempo en casa del Caballero y describe el fasto y la alegría, la piedad honda, el amor al arte y a la limpieza, la mortificación intensa lo muy digno de imitación que son las cosas que ha visto y cuenta.
Sin embargo, eso que él vive y enseña no sabe cómo aderezarlo para que quede. Si, es una Congregación, pero ¿sólo eso?, parece preguntarse. Hay ya unos estatutos, que mas tarde retocará y presentará al Arzobispo de Toledo para obtener su aprobación, pero él parece querer algo más. ¿Para qué toda esta casa?
¿Sólo la Congragación de Esclavos del Santísimo Sacramento ? Quizá otras muchas personas lo han pensado desde entonces y, aún hoy, lo piensan. Mientras tanto , la Congregación ha tenido que luchar con las propias fundaciones del Caballero y construir un Oratorio propio. El Caballero de Gracia veía que los congregantes tenían que recibir la Eucaristía y la Absolución, oir la Santa Misa, tener una predicación semanal, utilizar las disciplinas, rezar el Santo Rosario por las noches, asistir a la exposición del Santísimo... teniendo en cuenta algunas fiestas especiales, como el Corpus y su octava. la Inmaculada, San José, el tiempo de cuaresma y Semana Santa, el aniversario de los congregantes difuntos..., ordenanzas estas que fueron ligeramente modificadas en 1781. ¿ No es razón suficiente como para anclarse en esta fundación de la Real, Antigua y Venerable Congregación de Indignos Esclavos del Santísimo Sacramento?. Nos consta que el Caballero la llevaba en el corazón, y que firmaba añadiendo a continuación "esclavo del Santísimo Sacramento".
Pero Jacobo está en la cabeza de todos aquellos que tienen una aguda necesidad, como es el caso de Don Diego de Guzmán, capellán del Monasterio de las Descalzas Reales. A él han acudido las monjas de la Concepción Franciscana, que esta en la Plaza de la Cebada, porque hay algunas que, siguiendo a Doña María de Ayala, ahora sor María de San Pablo, quieren volver a la antigua regla de Doña Beatriz de Silva, que creen se ha relajado.
Va a ser la última fundación, a la que va a dar su casa e iglesia, su herencia toda, salvando que deben cargo de todas las necesidades de la Congregación de Esclavos del Santísimo Sacramento. La fundación data del 5 de enero de 1604, cuando Madrid es solo una villa sin Corte. Las monjas no pueden imaginar que al Caballero, de 87 años, le queden todavía quince de vida.
Estaba enfermo en 1619 se levantó a celebrar la Santa Misa el día de la Ascensión, 9 de mayo: Después le llevan a una habitación, junto a un brasero, para la acción de gracias. Estando recogido sufre un mareo y cae, hiriéndose al golpear con la cabeza en el brasero. Le llevan a la cama, él dice: ya llegó la caída. Los que le acompañan entienden que el Caballero presiente la proximidad de la muerte, que llega el día 13 de mayo de 1619.
Se comenzó ante el arzobispo de Toledo la causa de la Beatificación en 1623, siendo el postulador de la causa San Simón de Rojas. Se dio terminado favorablemente en 1633. Los papeles se entregaron en el convento de Santo Tomas en Atocha; después se ha perdido su rastro.
Existen cuatro biografías del Caballero: la de Alonso REMON, personaje que conoció y trató a Jacobo Gratii y que posee el valor indiscutible de fuente; La de Francisco Javier GARCIA RODRIGO (El Caballero de Gracia, Madrid, 1880) que sigue al anterior, pero construye una biografía piadosa y algo fantasiosa; la de Antonio RESTORI (Il Cavaliere di Grazia, 1924) mas seria y con mayor base documental y crítica; y la de Graciliano ROSCALES (El Caballero de Gracia Madrid, 1989) que, como autor material del actual Archivo del Oratorio y trabajador incansable, ha escrito la obra mejor documentada y valiosa.

