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Ordenación sacerdotal

                ntes sin embargo debemos referirnos al hecho de ser en esta primera época cuando accede al sacerdote. Después pensamientos y dudas, llega por fin a aceptar que él, aunque indigno, pues servir a Dios y a los hombres como sacerdote y, aunque no sabemos cuándo fue su ordenación, debía de estar en torno a los 70 años. Quizá fue poco después de recibir el cardenalato Gian Battista Gastagna: 12 de diciembre de 1583.





Madrid ha crecido, en pocos años, una enormidad. No me refiero a la época actual, en la que Madrid se ha multiplicado por cinco, sino de los años de su primera capitalidad. Al parecer, Madrid era una villa de 9.000 habitantes cuando llego a ella Felipe II, haciendo que en un solo año pase a tener 16.000 y en 1562 llegará a los 25.000. Cuando Jacobo llega acompañado al Nuncio Castagna, en el año 65, Madrid está cercano a los 31.000, en el año 1584 ronda los 55.000 y a final de siglo acaba teniendo 83.000. La población se ha multiplicado por 9 en menos de 50 años. Es lógico que una ciudad "nueva" y con crecimiento tan exagerado atraiga muchas personas en busca de solución para su vida, otros que esperan pagos y prebendas, extranjeros, también maleantes y personas obscuras. Y entre todos ellos, unos que afligen al Caballero que contempla con dolor por las calles: los enfermos que han salido del hospital y están tumbados en cualquier lado con sus heridas, su enfermedad y con todas las dificultades de su convalecencia. Ya había creado el hospital de Italianos, pero sabe que no es suficiente: hace falta un hospital para la convalecencia, para que no se arrojen a la calle las personas a las que se les ha atendido en lo básico. En Madrid, en la calle San Bernardo, en el lugar que hoy ocupa el convento e iglesia de Montserrat, se inauguró un Hospital de Convalecientes en colaboración del Caballero de Gracia con Bernardino de Obregón. Ambos eran conocidos y habían intervenido en algunas diferencias surgidas en torno al Convento de N.S. de los Ángeles. Corría el año 1585/87. Una vez más se nota cómo Jacobo Gratii funda y desaparece; es lo que hace en el Carmen, en ambos hospitales, en Loreto y lo que veremos que hace en su propia casa con las dos fundaciones que ella realiza. Pienso que sabe que a su edad no puede -ai es que quiere- fundar y presidir algo; pero que quiere dar una salida digna a la hacienda que Dios le ha otorgado, no teniendo nadie que pueda heredarle; y no solo la herencia económica sino los dones que Dios le ha dado de inteligencia, de formación, de voluntad, de amistades..: sin dejarme pariente alguno, ni persona que me toque en carne ni en sangre a quien por obligación o por inclinación, haya de dejar mis bienes, ni parte de ellos; y conociendo por esto ser voluntad de Dios que yo disponga pura y desnudamente sin algún respeto de ellos mundano, solo en Servicio de Dios Nuestro Señor y de su divino Culto, gloria de Dios, honra y decoro y mayor comodidad del beneficio espiritual de este cristiano pueblo y de esta devota vecindad, y de las religiosas y siervas esposas de Dios y de su bendita Madre. Por ello quiere establecer todas aquellas instituciones y obras que salen al paso, dejando su celo, parte de su economía, sus amistades y relaciones o el recurso final a la autoridad de la corona.





De siempre ha sentido atracción por el sacerdocio, pero ha sentido la preocupación de la responsabilidad que suponía. Simplemente, el Señor se vale de nuestras virtudes y nuestros defectos para orientarnos en un sentido o en otro, mostrándonos su llamada. Alrededor de los setenta años tenía Jacobo, cuando un día subió desde la calle una conversación que el Caballero escuchó desde el balcón. Hablaban del Presidente de Castilla y una de las voces se hacía lenguas sobre el valor de un hombre para estar el segundo en el reino mayor del mundo y dependiendo de él tantas vidas y haciendas; a lo que el otro respondía, muy sabiamente, ¡pues que queréis, que envíe al cielo por un ángel, para que ejercite este oficio! ¡hombres lo han de hacer!, respuesta que calmó e iluminó al Caballero, que recibe la ordenación sacerdotal en Toledo durante la cuaresma o el adviento de 1587.





El 12 de diciembre de 1582 Gregorio XIII concedía a Gian Battista Castagna el cardenalato con el título de San Marcelo, pasando, bajo el pontificado de Sixto V, a desempeñar el cargo de inquisidor. Cuando murió Sixto V fue designado Papa Gian Battista, quien tomo el nombre de Urbano VII. Su amistad con Felipe II había sido creciente, durante su periodo como inquisidor havía favorecido, aunque discretamente, los intereses españoles, luego era de esperar que como Pontífice el rey de España podría gozar de mayor comprensión y libertad, más aún teniendo en Madrid a Jacobo Gratii, quien sobre todo debió sentir la profunda alegría de ver sentado en la Sede Apostólica a su entrañable compañero. La elección tuvo lugar el 15 de septiembre de 1590, y el Papa moría el 27 de septiembre doce días más tarde. Menos de un año vivió el siguiente Pontífice, Gregorio XIV (diciembre 1590 - octubre 1591); y dos meses Gian Antonio Faccinetti, el pariente de Jacobo, llamado Inocencio IX (octubre -diciembre 1591) El Caballero de Gracia veía así esfumarse de la historia vaticana a su generación.

Ordenacón sacerdotal
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